Sintió que había tanto dicho en este mundo, que ya no era necesario decir nada más. Cada palabra, que daba una vuelta más de tuerca, no hacía más que ajustar un poquito más, hasta ser tanta la presión que sólo podía reventar. Para su sorpresa no sucedió. Pensó qué sucedería cuando ya no estuviese, pero también pudo pensar que mientras que las palabras sean las mismas, todo, será lo mismo.


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