- Hubo un tiempo en el que todos
fuimos igualados bajo el concepto de energía. Las personas tomaron una nueva
conciencia y se dieron una nueva naturaleza. Empezaron rechazando el trabajo,
luego el conocimiento científico, hasta valorizar con carácter supremo el
tiempo libre.
Un movimiento virtual sostuvo la
proscripción del uso de apellidos. Ellos explicaban que, eran los que nos unían
a una historia social mínima y de condena, nos ligaban a escasas costumbres,
eran los límites a la comunicación verdadera y por lo tanto, a la fluidez total
de la energía. Propusieron, en su lugar, una mínima diferenciación, la que nos
otorgan las casas astrales al nacer en este mundo. Las características de la
personalidad según los astros, los ahora dioses. Fue la legítima división, aunque
para lograrlo, debieron conceder a los padres la capacidad creadora de dar un
nombre.
Así, el Sol, supremo en energía,
volvió a ser la estrella adorada…
- Aahh! Ahora sé que soy Gisela
de Acuario!
- Pues ¿quieres que te cuente un
secreto? El razonamiento es siempre el mismo, y las palabras son las mismas
aunque no lo sean. Así es el orden, y nada ha cambiado.
- ¡No lo entiendo!
- Ya lo verás, algún día, ahora,
vete a dormir…
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