Mumuza: Lo escuché introducirse, reiteradas veces, diciendo: "No sé si lo conté, sino lo vuelvo a contar..."
Garrapata: ¿Y qué era lo que necesitaba ser dicho?
Mumuza: Que el infinito no puede ser jerarquizado, es una ficción de lo múltiple. Es necesario una ley que ordene. La individualidad, que estructura el sistema moderno, lo construye como una realidad básica y fundamental, la realidad de Uno.
Uno podría establecer con la realidad de los múltiples infinitos de que ese uno es una ficción de lo múltiple. Porque, si uno establece que la realidad es infinitamente divisible, todo se degradaría en el infinito. ¿Y cómo conoces? Conoces a partir de una ley que ordene. Ésa es La Ley de cuenta de uno, que agrupa la multiplicidad en unidades, pero que en última instancia esa última unidad no deja de ser una multiplicidad inestable conectada con una ley de cuenta, con una ley que ordena, que simplemente establece un orden y da cuenta de algo que no es la realidad específica. Y si es una realidad que es inestable, puede variar todo el tiempo.
La construcción matemática del infinito es el terror de los conservadores, porque no podes legitimar y asegurar que lo que hay se mantenga. Porque siempre está el espacio de lo inestable, e incluso, por más cuenta que des de esa multiplicidad, siempre hay algo que a esa cuenta se le escapa, que es el vacío. Es básico a la teoría de conjunto: el conjunto vacío es un subconjunto de todo conjunto... La hipótesis del continuo de Cantor...
Todo control se hace a partir de la nominación de ese espacio. ¿Cómo sabés qué es lo que hay? ¿Cuándo podes nombrar lo que hay?
Por más exhaustiva que hagas una enumeración en la cuenta de control, el vacío siempre está presente en esa cuenta. El vacío es algo que no podés nombrar, y ésa es la fisura por la cual puede irrumpir la inestabilidad, lo indecible e indiscernible, por eso el control es inestable. La multiplicidad infinita rompe con el ordenamiento.
Garrapata: ¿Y por qué ahora?
Mumuza: Porque lo escuché! al leer una metáfora que dice así: "Entusiasmada con semejante prueba del poder de la razón, nuestra tendencia a extender el conocimiento no reconoce límite ninguno. La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse que volaría mucho mejor en un espacio vacío (...) Platón se atrevió a ir más allá de ellos [los sentidos], volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas." En palabras de Kant. O bien, si querés y más breve en palabras, por Giordano Bruno: "Rompo la última esfera de cristal y extiendo mis alas al infinito".
Garrapata: Eureka!